Gervasio Sáenz Valiente: anécdotas del hombre que relató remates ganaderos por 40 años en La Rural

Heredó el oficio de su bisabuelo y estudió actuación y canto para hacer más divertidas las subastas. “No me pienso jubilar”, avisa.
Mientras posa para las fotos, Gervasio Sáenz Valiente se mueve con ductilidad por ese balconcito que en estos días, en La Rural, es su espacio de trabajo. Gesticula, imposta la voz y muñequea el martillo siempre mirando a la platea, ahora vacía, de la sala de remates. Sáenz Valiente hace 40 años que motoriza los remates de hacienda en el Predio Ferial de Palermo, desde que tenía 18, por lo que lo conoce casi todo “este” mundo y él algo famoso se siente.
De hecho, estudió actuación y canto para mantener entretenidos a los productores y matarifes durante la subasta, que puede llegar a durar tres, cinco y hasta ¡diez horas! “Para mí, es como una función de teatro, en la que yo soy el actor que debe concitar la atención de todos. Yo tengo que cautivar a un público que está aquí dispuesto a poner plata para comprar un animal”, explica

Corpulento, “Gerva” –como lo llaman por estos pagos- exterioriza pasión por lo que hace, oficio que inauguró su bisabuelo en 1867 y él fue mamando de generación en generación. “Esto es mi vida y no me pienso jubilar”, avisa, con voz aguardentosa.
-¿Tanto tiempo lleva un remate?
-Son dos o tres minutos por animal y puede llegar a haber “funciones” de más de cien productos.
-¿Funciones?
-Y, yo lo vivo como un espectáculo teatral, en el que debo mantener la concentración de los posibles compradores, siendo didáctico, cálido y descriptivo, pero sin sonar reiterativo y tratando de evitar la picardía.
-¿La gente te escucha? ¿No se distrae?
-Puede pasar que no lo logre y la note en babia. Lo he advertido diciendo valores incorrectos adrede, pero nadie se daba cuenta. Es un poco frustrante, pero este trabajo es así, tenés revancha todo el tiempo.
-¿Por eso te coacheaste?
-Y bueno, no es fácil concitar la atención por tanto tiempo. Tener buena voz y manejar los tiempos de un remate siendo efusivo y estimulando a la gente es parte de mi trabajo.
-¿Cuál es el ABC de un martillero?
-Primero, la seriedad para presentar el producto, después tener un vocabulario abierto para mantener el diálogo con la gente, porque no podés estar cuatro horas diciendo ‘¡qué lindo, qué bonito, qué hueso, qué ubre!’. Por eso, creo que arriba debo ser un actor y tratar de jugar no pasándome de la raya, guiando sin imponer a un público que no me mira a mí, pero se deja llevar por lo que escucha.
-¿Qué sería pasarse de la raya?
-Una vez mi tío abuelo, acompañando a mi padre en una subasta, agarró el micrófono y, para describir una vaca de La Martona, dijo: “Miren qué tetas, que pedazo de ubres, si parece la Coca Sarli”. Se quedaron todos mudos. Por suerte rápidamente controló la situación. Eso es pasarse.